06 marzo 2012

Cuenta la Leyenda...El Paseo de los Caños

A estas alturas, muchos conocerán el paseo de los Caños.

Hace muchos años, saliendo de Atxuri, no había nada. Todo era naturaleza y árboles y aprovechando dicha situación se decidió convertir una vía fluvial en un agradable paseo rodeado de árboles, pajaros y el sonido del agua cristalina que bajaba por nuestra querida Ria.

Era un recorrido natural que se convirtió en paseo adecentándose para tal fin a finales de 1.785. De ahí recibió el nombre: Los cños (haciendo referencia a las losetas superiores que canalizaban el agua hasta su llegada a Atxuri).
Paseo de Los Caños en el s.XVIII

Se trataba de una obra de ingeniería vital para la villa pues suministraba el agua potable y la destinada al aseo desde los manantiales y el río hasta el alberque de Ibeni, situado frente a la iglesia de San Antón. Con el fin de protegerlos crearon curiosas normas, entre ellas prohibir a las monjas de la Encarnación plantar parrales de vino o frutales pues sus raíces dañaban las cañerías.

Un paseo romántico, de película, que dirían algunos.

Un paseo que se reformó en el año 2.002 intentando recrear sus orígenes pero del que solo queda el itinerario, de La Peña a Atxuri o de Atxuri a La Peña.

· La Leyenda

Pero volvamos al pasado. A la entrada del paseo por Atxuri, las losas tenían dos marcas muy peculiares. Tan peculiares que se formó una leyenda en su homenaje.

Una de las marcas tenía la forma de un pie grande, feo y deforme.
La otra, tenía forma de un pequeño pie, delicado y sensible.

Así, surgió la Leyenda del Pie del Diablo y del Pie del Angel.

Cuenta la leyenda que dichas marcas que dichas huellas fueron impresas por un ángel y un demonio tras saltar desde la otra orilla.

El ángel acompañaba a un alma que quería salvar y el diablo pretendía que este no alcanzara su fin y llevársela él.

El alma en pena era de una joven chica bilbaina de unos 18 años. Hija de un matrimonio desdichado y pobre que vivía en Bilbao La Vieja, más concretamente en la zona de La Palanca (antigua zona de burdeles y lugares pecaminosos).

La joven, rodeada de un entorno lleno de hombres borrachos y de mal vivir, rogaba a Dios que se la llevara con él. Mientras, el Diablo, pretendía que pecara y no dudaba en hacerle trampas para que cayera en ellas.

La chica murió y un ángel, enviado por Dios, fue enviado en su busca. El Diablo también fue detrás de ella. La carrera de ámbos tras el alma de la joven quedó reflejada en dichas marcas del principio del Paseo.

Finalmente, triunfó el bien y la joven acompañó al ángel al cielo.

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